La autoexigencia y la autocrítica son importantes para crecer como persona, mejorar, superarse y ser la mejor versión de nosotros mismos. Pero una exigencia excesiva, mal gestionada, puede llegar a generar sensaciones muy desagradables y a limitar nuestra creatividad. La lucha eterna por la perfección, esa sensación de que nunca es suficiente.
Imperfecta autoexigencia nace a raíz de un bloqueo creativo, habla de las emociones negativas que se generan en el proceso creativo, de los límites mentales que nos autoimponemos y del sufrimiento por conseguir esa «perfección».